Tradicionalmente, Alemania ha sido la locomotora económica de Europa, mostrando las cifras más altas de crecimiento y «tirando» del resto de países. Francia secundaba esta posición. Sin embargo, en los últimos años la situación ha cambiado y ambos países muestran cifras económicas menos esperanzadoras.

En 2024, Alemania tuvo una ligera contracción del -0,2% del PIB, y en 2025 se espera un crecimiento muy ligero o prácticamente nulo. Francia también tuvo un crecimiento bajo en 2024, de un 1,1%, y en 2025 se espera que baje a un 0,6% – 0,8%.
El déficit fiscal de Alemania en 2024 fue de -2,8%, destacando negativamente el de Francia con un -5.8%, con mala proyección debido a la inestabilidad política. (En el gráfico, la línea discontinua marca el umbral del -3% exigido por la UE).

En cuanto a la deuda pública, Alemania tiene un 63% sobre el PIB en 2024 (muy buen dato) y Francia un 113% en 2024.

En definitiva, las cifras de crecimiento de Alemania son peores que las de Francia —aunque las del país galo tampoco son buenas—. Así mismo, también es de destacar el mayor descontrol de las finanzas públicas que hay en la República Francesa.
Friedrich Merz, actual canciller de Alemania, ha dicho que va a reducir el Estado del bienestar, mostrando el camino de control de las finanzas públicas como vía para salir de la situación actual. Tanto en Francia como en Alemania las opciones de extrema derecha suben en las encuestas electorales.
Pero, ¿por qué ocurre esto?
Según una de las corrientes de opinión, es que Europa ha perdido el tren de las nuevas tecnologías. Los gigantes como Estados Unidos y China se han desarrollado mucho en este sector y Europa no ha sabido «subirse al carro». El tamaño es importante para desarrollar la nueva economía, y quizá, en los últimos años Europa no ha desarrollado proyectos panaeuropeos que puedan liderar en este campo. Proyectos como Airbus y Amadeus, con la colaboración de distintos países europeos, se han echado de menos.
Además, tanto Alemania como Francia son economías más orientadas a la industria, donde hay más competencia global, sobre todo procedente de China, en productos como automóviles, maquinaria, etc. Otras economías más orientadas a los servicios están más preparadas para afrontar esta competencia.
Sin duda, pueden existir otros factores como son la reciente crisis energética que ha sufrido Alemania por la guerra de Ucrania, la demografía adversa o una inversión insuficiente con infraestructuras obsoletas.
También se achaca al poco crecimiento de estos países y la burocratización de las instituciones europeas, que en muchos casos frenan el desarrollo europeo en vez de alentarlo.
El Fondo Next Generation EU otorgaba subvenciones con el objetivo de financiar los costes de digitalización de las empresas europeas. Estos deben ejecutarse por completo para el 31 de agosto de 2026. Sin duda, es un esfuerzo para apoyar la digitalización, y se sacarán conclusiones sobre si es la forma adecuada o no de fomentar el sector de las nuevas tecnologías.
Alemania y Francia aún tienen, por supuesto, un peso específico importante en el continente. Pero Europa ya no inspira. Se ha convertido en un espacio de burocracia y de gestión, en un gigante normativo con pies de barro; en una estructura que regula más de lo que impulsa. No se puede vivir alejado de los tiempos que corren, y, quizá el problema no sea la falta de unión, sino la ausencia de propósito. Sin una idea que la justifique, Europa corre el riesgo de existir solo por inercia.

Muchas gracias MCRC por todo