Según el zoroastrismo, una de las religiones monoteístas más antiguas del mundo, el cadáver humano es impuro. Las formas más comunes —a lo largo de la historia— de tratar los restos mortales contaminan los cuatro elementos, para ellos sagrados. Es decir, la cremación contamina el fuego y el aire, y el enterramiento contamina el agua y la tierra. La solución a este entuerto consiste en dejar que los buitres se coman a los difuntos hasta que solo queden los huesos.
Si bien este peculiar modo de tratar a los fallecidos se puede considerar una curiosidad antropológica, el tratamiento que en el Estado de partidos se hace a los fallecidos es una aberración moral.
Los españoles nos hemos vuelto parsis (como Freddy Mercury), pensé, mientras veía a alimañas varias de la partidocracia nutrirse políticamente con las muertes de españoles fallecidos en la DANA de hace un año. Oportunistas y carroñeros encabezando manifestaciones contra el inútil Mazón.
Quitando la excepción zoroastrista, en los países civilizados a los carroñeros se les espanta cuando mancillan los restos de un ser querido. En España, por lo visto, ya no. Tampoco es un fenómeno nuevo. Los súbditos del Estado de partidos vimos cómo se celebraban las votaciones que dieron la victoria a José Luis Rodríguez Zapatero con el olor de los explosivos todavía flotando en el ambiente. Cada pocos años toleramos que se desentierren huesos de españoles muertos en la Guerra Civil para que los brujos de la partidocracia jueguen a las tabas con ellos.
En esta ocasión, la inmoralidad ha sido doble. La primera, profanar los cuerpos de los fallecidos en la DANA, cuando se cumple un año del desastre, para usarlos contra el rival partidócrata. La segunda, aún más retorcida, usar a personas enfermas de cáncer como arma arrojadiza política. Solo en un país moralmente podrido se puede permitir a los partidos políticos que usen cadáveres de españoles como proyectiles en su lucha por el poder. Solo en un país que se ha vuelto totalmente inmundo se puede permitir que se use a mujeres con cáncer como Tomahawk.
Si ya de por sí estos hechos serían moralmente condenables por cualquier persona normal, son aún más sangrantes cuando sabemos que los fallecidos y enfermos han tenido tan triste fin por culpa de la inutilidad del régimen que sufrimos en España. Falta de previsión, nepotismo, dejación de funciones, luchas partidistas e inutilidad institucional son los frutos de la partidocracia.
En los días posteriores de la DANA se disolvió temporalmente el espejismo: los españoles están solos ante el peligro, y los sacrosantos oligarcas solo son unos patanes que quieren llenarse los bolsillos. Esta verdad hizo que el barro sobrevolara los cráneos del rey, del presidente del Gobierno de España y del presidente de la Generalidad Valenciana. Pero ya ha pasado un año desde aquello. Los medios de comunicación pagados por el régimen han hecho su hechicería, y los nigromantes ya pueden acercarse tranquilamente a los cementerios a hacer su labor siniestra.
Siempre habrá personas inmorales. Siempre habrá quien se aproveche del dolor ajeno. «No exageres», podría argumentar una persona razonablemente cuerda. El problema viene cuando sabemos que en España la política no existe; que la lucha de oligarcas solo son los engranajes en movimiento de una misma máquina infame: el Estado de partidos. Se usa el dolor de los súbditos para mentirles, y así enloquecerlos y enfrentarlos. Los nigromantes que juegan con los muertos vienen y van. El régimen permanece.
Y, a pesar de la relativa calma que supone saber que en España no hay democracia, es normal perder la paciencia cuando observas lo que hace la partidocracia con la mente de tus compatriotas. Nos cuenta Robert Chambers en su obra que el Rey de Amarillo es un libro maldito que lleva a la locura a quien lo lee. La partidocracia es el régimen maldito que nos está transformando en algo peor. España se ha convertido en Carcosa. Nos están convirtiendo en los ghouls de Las mil y una noches. En los orcos de Sauron. Permitimos la profanación, los latigazos y cualquier humillación que se ponga por delante.
Cuando ya se lleva unos cuantos años haciendo de Casandra, denunciando las «bondades» del régimen a los pocos que quieran escuchar, siempre hay algunas frases que cristalizan a modo de muletilla. Algunos pueden decir de algún oligarca que «le da igual Juana que su hermana». En mi caso, siempre repito, casi sin darme cuenta, que el régimen es absurdo, inútil e ineficaz. Viendo el ritual vudú que se está haciendo esta semana en España, voy a tener que añadir a mi muletilla la palabra maligno.

Toleramos que se desentierren huesos de españoles muertos en la Guerra Civil para que los brujos de la partidocracia jueguen a las tabas con ellos… Muy acertado… La partitocracia se ha vuelto además psicópata
Excelente artículo. Enhorabuena.
Identifico el contenido de este artículo con el postureo permanente del régimen del 78. Que me da por pensar que es una burla permanente a la Nación española, pero es aplaudida por cierta parte de la ciudadanía. Y me da la impresión de que son cada vez menos los que aplauden.
Es una pena que artículos tan buenos como los que publicáis queden solo en el diario, podríais publicarlos en YouTube, un audio acompañado con la misma ilustración del artículo por escrito. Podríais leerlo cualquiera de vosotros o con IA.
Gracias.