Venezuela y su cambio de ciclo generacional

La semana pasada, mientras explorábamos el ciclo de los precios del petróleo y sus espejismos y cómo éstos crean espejismos de riqueza y escasez económica, topamos con el drama del caso venezolano, próxima al colapso sistémico, y encontramos su similitud con la debacle de su producción petrolera (siguiente gráfica) y la de la URSS que precipitó su cambio de ciclo generacional, un ciclo que, como saben, es casi centenario según circunstancias internas y externas. El cambio de ciclo se produce por una generación que lleva el orden sistémico a sus límites poniendo en peligro la existencia propia de la nación; en esa crisis, como ocurrió en la URSS, Venezuela va más adelantada que España.

Antes de continuar hay que hacer la siguiente advertencia: sé que entre quienes tienen el poder en Venezuela o tienen intereses allí, como Cuba por ejemplo, surge de inmediato la mala idea de hacer analogías irracionales y pensar en un Putin. Un grave error interesado que obvia las enormes diferencias históricas y económicas, por nombrar sólo dos, entre la cabeza de una civilización y el dolido país caribeño; nada que ver y, de hecho, pondrían las cosas peor, entre otras razones porque obvian la peculiar situación de PDVSA, que proporciona el 90% de las divisas, indispensables para alimentar a la población.

Colapso y crisis de PDVSA

La primera caída en la producción que ven en la siguiente gráfica, de 1975 a 1993, tiene que ver con una política conservacionista tras la nacionalización (Ley de Reversión 1971, Nacionalización efectiva enero 1976 y gas 1971) de las multinacionales, que pasaron a ser empresas del holding o casa matriz PDVSA (dirigida por un general retirado). Tras eso se mejoró la calidad y vida útil media de los activos hasta llegar a los 20 años (dato clave); posteriormente, las filiales fueron fusionadas y se abandonó el “conservacionismo”. La caída que ven en Venezuela a partir del 2005 no se debe a depleción de sus yacimientos, pues sus reservas son el 18% del total mundial, sino a problemas de gestión; por otro lado, aunque sus yacimientos no son iguales, el esfuerzo requerido en su producción sería “similar” al canadiense y lo suyo sería que siguieran una estrategia parecida a la de ellos.

PDVSA fue creada con la misión explícita de dedicarse solo a su actividad, evitando con toda intensidad parecerse a PEMEX (el monopolio mejicano), donde el populismo afecta su gestión. Lamentablemente, tras la Ley de Hidrocarburos de 2002 y la huelga petrolera, Chávez despide un cuarto de la plantilla hacia 2003, perdiéndose algunos de los mejores técnicos del sector a nivel mundial, luego otros se han ido. Es la “pemexicación” (o incluso peor) de PDVSA, lo que explicaría la caída y actual colapso 14 años después (recuerden los 20 años de vida útil mencionados).

Ante ese desastre industrial (peor que el de la URSS) al que no se le ve fondo, el Presidente Maduro ha nombrado a un general en activo como presidente de PDVSA (que ya no es solo holding). Han aparecido acusaciones de corrupción e incompetencia y su anterior presidente habla de pérdida de 1,2 millones de barriles diarios, con lo que la producción sería menor que la informada por Bloomberg (ver gráfica anterior). Con la orden de enjuiciarle, se abre también otro conflicto de poder dentro del partido en el Gobierno.

Debates y luchas de poder aparte, Venezuela va camino de una tragedia humanitaria inédita en Latinoamérica, pues al perder el crédito tras el default estatal, solo puede importar según lo que exporta y sus exportaciones se están desplomando. ¿Se imaginan que, además, PDVSA no pueda importar los equipos (fuga de talentos aparte) que requiere para la producción? Los muertos por hambre (que ya son muchos), falta de medicamentos y violencia podrían sumar cientos de miles de prolongarse la actual situación. ¿Tendrá que intervenir la ONU? No sabemos, pero la tragedia, que ya es terrible, empeorará.

Cambio de orden y regeneración

Venezuela está en la fase crisis de un Ciclo Generacional (siguiente gráfica), ciclo que empezó cuando tenía unos 3,5 millones de habitantes y era el tercer productor mundial; entonces eran ricos, hoy no, hoy son 30 millones (más 2 millones emigrados) y están por el puesto 17 en producción petrolera. Toca pues buscar un cambio pacífico de orden que, además, debe empezar lo antes posible y producir la certeza, casi absoluta, de que se devolverá la confianza a la oferta, se recupere la producción interna y el empleo, generando ingresos fiscales y evitando un desastre humanitario mucho peor.

No puedo profundizar mucho más en el tema (aunque les dejo enlace de la conferencia que di en la Universidad de Uppsala recientemente), pero sí puedo decir lo siguiente: el orden actual, que viene de principios de los años treinta, hunde sus raíces en un dictador que gobernaba el país como si fuera su hacienda personal, estableciendo la lógica de, entre otras cosas, que el gobernar permite el enriquecimiento ilícito, siendo la corrupción factor de gobierno. De entonces surgen tres vectores de poder, más o menos autoritarios según las circunstancias. Uno nacionalista, uno socialdemócrata y otro comunista; estas oligarquías políticas se consideran élites que creen que saben lo que le conviene al país mejor que sus ciudadanos y no les dejan elegir representantes (más o menos como aquí) y, aunque empezaron relativamente bien pasando de dictadura a oligarquía, tras luchas entre ellos (líneas verticales rojas gráfica anterior), no establecen la democracia (división de poderes y representación del votante) pues, como también ocurre en España, lo que en realidad desean es la impunidad (Poder Judicial dependiente) y eternizarse en el poder. Ahora, en la fase de crisis del Ciclo Generacional, Venezuela tiene la oportunidad de establecer una verdadera democracia tal como querían sus padres fundadores.

Colapso sistémico y solución

El resultado de semejante experimento es que, después de superar a Suecia en renta per cápita en 1944 (gráfica anterior), tras imponer el sistema electoral proporcional de listas (como el nuestro) en 1959 y una reforma cosmética posterior, ese valor se ha estancado desde entonces y puede que hoy, tras el cataclismo económico, sea incluso un 30% menor al de 1959. Uno de los mayores fracasos económicos conocidos.

Tenemos entonces que, producto del mesianismo político y de la corrupción como factor de gobierno, se ha llevado su orden al límite, colapsando la producción en general (están “des-sembrando el petróleo”, tema triste pero capital), y de la petrolera, en particular, y todo con la ayuda fervorosa de algún economista español, por cierto. Sin Estado de Derecho (véase anterior tabla) es imposible que se recupere la oferta (piensen en Cataluña), la producción, y la de petróleo, dadas las complejidades y dificultades de sus inmensos yacimientos, menos.

Pero, el presidente Maduro, una vez ha desarticulado a los que se denominan representantes de la oposición, gracias en parte al expresidente Zapatero, y logrado cierto alivio temporal (espejismo) a la hambruna y la hiperinflación, de las peores del mundo (aquí las hemos visto prácticamente todas: Rusia, Polonia, Turquía, Chile, Brasil, Perú, Ucrania, Bulgaria, Alemania, etc.), que empeorará con la criptomoneda, ya que solo han de hacer clic, tiene una muy breve oportunidad de oro en este año electoral para construirse un puente de plata para él y los suyos, abriendo una cauce a la población para que logre la libertad política colectiva que establezca la democracia (división de poderes y representación), única garantía cierta de un Estado de Derecho; sino, pasará a la Historia como el principal responsable de una tragedia humanitaria todavía peor que la actual, aparte que, al desarticular la oposición, se generará tal nivel de violencia que puede ocurrir cualquier cosa, que la servidumbre voluntaria de los venezolanos (véase el himno nacional que todos cantan) no es la de los suecos o los españoles, ya que el “orden” actual lleva al país a su destrucción. Si ese proceso de libertad política colectiva se da, dada lo dinámica que es la oferta, en cinco años serían un país normal; si no, el desastre está asegurado.

Antonio García-Trevijano, que es quien desarrolló el concepto de libertad política colectiva, siempre nos recuerda, entre otras muchas cosas, que el Poder ciega a quien lo tiene y puede que eso le ocurra al presidente Maduro; de hecho, tras tratar el tema con él la semana pasada, piensa que Maduro terminará muy mal, cuando podría ser justo lo contrario. Lo que no es un espejismo petrolero es el desastre que viene, pues es solo cuestión de atender a las más simples reglas de la contabilidad de su producción para verlo; si no fuera así, este mensajero no daría la alerta. Esperemos que rija la sensatez y que 2018 abra las puertas al Estado de Derecho permitiendo que Venezuela, que va a la mitad de su potencial económico, vuelva a ser próspera otra vez; lo tienen al alcance de la mano. Feliz año a todos.

© Luis Riestra Delgado, 25/12/2017

Nota sobre el autor: Luis Riestra es economista y escritor y su blog, «Macro Matters«, está alojado en el diario digital Voz Pópuli. El presente artículo pretende ser un resumen de su reciente conferencia en la Universidad de Uppsala, en Suecia, en el Foro de Estudios de América Latina, donde trató el tema «El imperio de la Ley vs. El imperio del petróleo», concluyendo que Venezuela necesita un proceso de Libertad Política Colectiva que le lleve a la democracia, única forma de gobierno que garantiza el Estado de Derecho.

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